LOS VAMPIROS TAMBIEN LLORAN
Por José Dávila Arellano.
NOTA:
Vampiro: espectro o cadáver que, según creencia del vulgo de ciertos países, vaga por las noches para chupar sangre de seres vivos hasta matarlos o en su defecto convertirlos en patrimonio familiar a fin de colonizar nuevas tierras.
HISTORIA:
Cuando por vez primera Vampirito se sinrió frente a un espejo de cuerpo entero y no encontró su reflejo, dedujo con infantil lógica que se trataba de un prototipo desechable, por lo cual había que adquirir un nuevo modelo. Sus padres, cuyo quehacer curricular se remontaba a la dinastía de la condesa Erzsébet Bárthory, (1560-1614) reconocida en Transilvania como una gran bebedora de sangre y que al mismo tiempo se daba baños de tina con la consabida hemoglobina a fin de conservar el tesoro de su juventud, le explicaron a su hijo que el espejo no tenía culpa ya que él era un vampirito en ciernes.
-¿Qué es un vampiro? –preguntó con dulce candidez.
El representante legal del bisnieto del Conde Drácula, (versión siglo XXI) sin inmutarse, le respondió: “Un vampiro es como un murciélago capaz de volar y ver en la oscuridad de la noche”.
-¿Y qué es un murciélago?
-Bueno, “Vampi”, (así le decían de cariño), es un animalito de la familia de los quirópteros, con alas y que se alimentan de pequeños insectos. Sin embargo, hay otros que atacan a los humanos y se les conoce como vampiros.
-¿Entonces yo soy un vampiro?
-¡Y tú también lo serás! –advirtió el leguleyo con sobrada suficiencia, para luego advertir que él fue el autor intelectual para que su mamá lo alimentara con mamilas de sangre de la más alta calidad que, con la colaboración del tu señor padre, el senador Drácula (versión siglo XXI) recolectaban n en arduas jornadas nocturnas.
-¿Senador?
- Sí, senador, debe comprender que debemos actualizarnos a los tiempos modernos: hoy vivimos en una democracia con base en el voto popular. Los títulos reales están en vías de extinción y debemos ser discretos. –argumentó “Vampi”
-¿Y cuándo podré salir por las noches para cazar? –volvió a la carga,
-Cuando tus colmillos sean lo suficiente filosos para que puedas morder a placer y después lamer toda la sangre que desees- advirtió con maternal comprensión el leguleyo cuyo árbol genealógico provenía de la época de oro de Erzsébet Bárthory.
“Vampi”, no volvió a preocuparse por los canijos espejos y con admirable paciencia, a medida que crecía, mostraba claras inclinaciones por convivir en la penumbra, remodelando su habitación como un gran salón de castillo medioeval y grandes ventanales por donde penetrara la niebla que nacía de las montañas, se arrastrara por colinas y bosques, hasta penetrar en sus aposentos.
Al tiempo que crecía, se ejercitaba en el gimnasio para fortalecer sus alas, practicaba su estrategia con la nueva generación de XBOX para murciélagos y vampiros y afilaba con esmeril sus juveniles colmillos. Después los hincaba en un jugoso filete de vaca y le succionaba toda la sangre hasta dejarlo en estado cadavérico.
En una fría noche de diciembre, sus comprensivos padres, plenos de orgullo, le invitaron a realizar su primer vuelo nocturno por la ciudad como un regalo navideño. Vampirito saltó de felicidad, apercibido de que no intentaría morder a Santa Clos, en caso de que topara con él. Sólo se trataba de un simulacro. Sin embargo, luego de largas horas de vuelo silencioso, descubrió tras la iluminada ventana de una casona a una bella jovencita de embriagante belleza: ondulada cabellera de color castaño, cautivadores ojos verdes, nariz pequeña y respingada, labios seductores, cuerpo sensualmente curvilíneo y poseedora de un cuello tan delicado como el terciopelo.
El joven vampiro sintió que su corazón se aceleraba y su cabeza retumbaba como las campanas de catedral. Sin duda alguna, el amor tocaba a sus puertas y decidió que aquella beldad sería su primera y única víctima.
Papá y mamá Drácula adivinaron sus sentimientos y acordaron que había llegado la hora de su bautizo de sangre y lo dejaron en libertad. Ya era todo un vampiro: fuerte, ágil, hermoso, hechicero. Sin duda alguna, no padecería de sed sanguínea a lo largo de su vida.
Así pues, “Vampi” abandonó su casa minutos antes de la medianoche y como misil teledirigido se dirigió a la casa de su enamorada. Para su buena suerte, ella había dejado la ventana abierta y sin obstáculo al frente, como un piloto de combate enloquecido, se lanzó a pescarle por el cuello. Entonces mordió… Cuando cerró la pinza de su colmillos, éstos saltaron en pedazos, quedándose chimuelo y temblando de dolor..
Sin saberlo, había roído el cuello ortopédico que le habían colocado a la mujer de sus sueños cuando ella, por la mañana, había sufrido un inesperado accidente.
Contrito, avergonzado de su derrota, Vampirito retornó a casa. Al adivinar en sus padres la expectativa que les carcomía para enterarse del resultado de su primera incursión sanguínea, con sus alas se cubrió la boca y cayó en llanto.
“Vampi” estaba inconsolable y don y doña Drácula, se tronaban las alas impacientes por saber que le había acontecido al hijo amado. Muchas horas después de sollozos y lamentaciones, por fin su hijo, avergonzado, musitó:
-¿Conocen a un buen odontólogo en Transilvania?
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