CONSULTORIA EMPRESARIAL
Por José Dávila Arellano.
No robo ni asesino ni torturo ni acoso a mis víctimas. Detesto a los pederastas, rechazo a los narcotraficantes, abomino a los pandilleros y asesinos, condeno a los violadores, repruebo a los mercaderes de la pornografía y a los funcionarios corruptos en el poder. Sin embargo, soy un delincuente de cuello blanco; es decir, de traje, corbata y zapato de charol.
Los conozco a todos y nadie me conoce a mí. Mi trabajo es aseado, discreto y eficaz. No hablo ni señalo. Sin embargo, sé cuándo ganar y cuándo claudicar. Por otra parte me limito a respetar el código de honor no escrito del malhechor: cada quien carga con la responsabilidad de su fechoría.
¿Cuál es mi especialización? El secuestro...
En efecto, me dedico a secuestrar personalidades de la alta sociedad: Políticos, gobernantes, banqueros, empresarios, abogados y todo aquel que pertenezca a la fauna corrupta que se enriquece y ampara en la impunidad. Ellos son mi objetivo fundamental porque son los que saquean al país. A los honestos les dejo en paz. Así es de sencillo y garantizo un operativo profesional. Juego limpio: no corto dedos ni orejas. Nada tan prosaico como la violencia, vulgares tiroteos callejeros o consabidas emboscadas con automóviles blindados y armas de alto poder.
Tampoco filmo videos de los cautivos ni hostigo a sus familias. Por el contrario, les concedo todas las facilidades. La clave es cuestión de resistencia. En este juego, el que se desespera, pierde.
Mis operaciones las realizó a través de un despacho de Consultoría Empresarial, fachada ideal para investigar minuciosamente los candidatos a privar de su libertad. El trabajo que desarrollo es tan meticuloso que llego a saber más de sus vidas que ellos mismos. Para tal objeto, cuento con las fuentes necesarias que me brindan protección y proporcionan información privilegiada. ¡Ay, cuántos pecadillos se llegan a descubrir!
En poco tiempo, del secuestro he hecho una industria exitosa. La última auditoria arrojó un considerable incremento en las fuentes de ocupación, al igual que se comportan a la alza sus activos fijos y se multiplican las sucursales en las principales ciudades del país. Como la expansión es inevitable y el capital de trabajo continúa en asenso, quizá en dos años más venda acciones en la Bolsa de Valores.
El personal de la “Firma” es altamente capacitado, porque es diplomado de carrera. De veras, no miento. Culminó con eficiencia estudios en medicina, leyes, física, ciencias, arquitectura, economía, ingeniería cibernética, filosofía y letras, entre otras. Sin embargo, al salir a la calle, gracias al sistema macroeconómico y globalizador que nos gobierna, la única posibilidad de empleo decente que encontró a su alcance fue de taxista o vendedor ambulante. ¿Tanto quebradero de cabeza para nada? ¿Poseer un título para emigrar al extranjero como ilegal? Lo mismo me aconteció a mí. ¡No señor, no es justo! Ante la descomunal frustración, derrotado por la impotencia, decidí asociar a mis compañeros de generación para cobrar revancha contra la cínica práctica del influyentismo oficial y privado.
Ahora, doctorados en la práctica del secuestro, todavía no tenemos competidor similar. Las ganancias son sustanciales. No me quejo; pero las normas a observar corresponden a vivir con decencia y humildad, evitar la ostentación de riqueza y poder, impedir conductas de soberbia y mantener un alto nivel de cautela. Así pues, nadie sospecha nada.
Los secuestros se registran con cita previa en casas de seguridad, en donde se invita al posible candidato a participar en un irresistible negocio difícil de rechazar. Atraído por su ambición de incrementar dolosamente su riqueza, lo que encuentra sobre una austera mesa de roble con un gran florero rebosante de flores, es un sobre personal cuyo contenido enlista con lujo de detalles todas sus trapacerías financieras, evasiones de impuestos, lavado de dinero y aventuras extra maritales. Por lo tanto se le invita a enclaustrarse voluntariamente y exhortar a su familia a liquidar el costoso rescate que le ha sido tasado. En el ínterin, nos responsabilizamos de administrar la buena marcha de sus negocios. Si hace caso omiso y da media vuelta, está advertido que la susodicha pesquisa de inmediato se cursará a todos los medios de información.
Por supuesto que se trata de un chantaje, pero un chantaje sugerente, fino, elegante y calculador, exento de gritos, amenazas y ejecuciones violentas.
Privar de su libertad a un individuo es incuestionable que debe ser traumático. ¿Entonces por qué no hacer placentera su estadía? Hasta ahora, nadie ha despreciado el hospedaje que le brindo y me evito el mal gusto de contar con vigilantes encapuchados con pasamontañas.
Las casas de seguridad de la Consultoría no son infectas pocilgas; no, nada de eso. Son palacetes de cinco estrellas que garantizan todas las comodidades, hasta el aire acondicionado. Los ventanales no existen por lógicas razones: son virtuales y ofrecen cambiantes paisajes: desde un bosque, hasta un mar calmo, pasando por montañas nevadas y verdes praderas. El prisionero goza de plena libertad y puede deambular por donde mejor le plazca. Por ejemplo: el dormitorio está generosamente alfombrado, con una cama king size y una discreta iluminación que invita al relajamiento espiritual acompañado de música new age. Por supuesto las piyamas son de importación. El baño es de mármol de Carrara: jacuzzi, con sales aromáticas, sauna y regadera a presión; en una discreta repisa siempre está dispuesta una botella de buen champan francés y un par de copas de Murano; también posee un espejo monumental, así como batas y toallas de lino y algodón. El gimnasio es vital para conservarse en forma y está equipado con sofisticados aparatos multiusos. En el comedor encontrará las viandas que previamente elige del menú que cada 24 horas se pone a su disposición. Por último, en la sala está disponible una colección de libros clásicos, mesa de billar, televisión de plasma, bar con las más exclusivas bebidas, video games, revistas ( el Playboy está censurado a fin de no estimular conductas improcedentes) y un escritorio en donde puede enviar a sus familiares las cartas que considere necesarias, previa censura de mi parte. Los celulares están prohibidos.
Por lo anterior descrito, es obvio que nunca lo inmovilizo o le vendo los ojos. Controló sus movimientos por medio de un circuito cerrado de cámaras digitales de alta tecnología y el mantenimiento de los aposentos se realiza con extremo sigilo cuando se encuentra acurrucado en los brazos de Morfeo. Nunca tendrá oportunidad de conocernos. Nunca verá rostro alguno.
Para sorpresa mía, la atención es tan esmerada que se han dado el caso de que el sujeto raptado ya no quiere regresar a su hogar, pese a que se ha liquidado a satisfacción la respectiva recompensa. Ruega y hasta llora por continuar en tan maravilloso cautiverio, dado que se ha cumplido con el compromiso de mantener sus negocios al resguardo de buen puerto y no tiene que lidiar con los caprichitos de la esposa, los celos de la suegra y los berridos de los hijos. Entonces, por excepción se le conceden dos semanas más de gracia y después ¡lo echo a la calle! Desde luego se observan los buenos modales. Así como desapareció sin dejar huella, graciosamente reaparece en la vía pública bien vestido, rasurado y bañado.
Por otra parte, en ocasiones me enfrento a un difícil dilema: La familia en turno me ofrece el doble del rescate con la condición que lo retenga indefinidamente. Incluso se obliga a depositar generosas donaciones para tal efecto. Ante la frecuencia de tan reiterativas apelaciones, en nuestra próxima sesión de Consejo se estudiará seriamente la posibilidad de crear la Fundación del Secuestrado.
Hasta aquí, tal es el sutil engranaje que respalda una productiva actividad que lava mis delitos y calma el remordimiento de conciencia. En efecto, confieso ser un secuestrador de alta escuela, complaciente, amable, decente, y sobretodo preocupado por el bienestar de mis prisioneros temporales.
No obstante, en los últimos tiempos, ante el preocupante aumento del índice de inseguridad en el país, me seduce la posibilidad de impartir una maestría sobre el buen secuestro a fin de extirpar del negocio a las bandas de analfabetas criminales que actúan con brutal desaseo. ¡Ay de mí!, es tan sólo una quimera... Quizá cuando los tiempos mejoren y los delincuentes sin escrúpulos se encuentren en vías de extinción, me proponga escribir un libro sobre este espinoso tema. Por ahora, estoy convencido que tales pretensiones echarían a perder un negocio perfecto...
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