EL ABUELO.
Por José Dávila A.
“Ya es un hombre entrado en años”, propone con sutileza el manual de las buenas costumbres, para no recurrir a la palabra ¡anciano!
En efecto, es un anciano pero no viejo. Como dicen en el rancho, “un viejo correoso”. Cierto, ya se encorva y le rechinan las coyunturas, pero se conserva bien: mentalmente lúcido, peina demasiadas canas, hace su vida independiente y se las averigua solo, porque vive solo.
Así lo desea, aunque en muchas ocasiones la soledad le abruma. Entonces vive de los buenos recuerdos que le han regalado sus cuatro hijos y 16 nietos.
En días pasados cumplió 75 años bien vividos. Así lo considera cuando la nostalgia le hace voltear al pasado. Por supuesto que enfrentó malos momentos, pero el fiel de la balanza se inclina con mucho a una existencia que le regaló grandes satisfacciones.
En uno de estos momentos de reflexión, que inusitadamente se presentan y provocan dudas sobre el proceder a lo largo de la vida, le fue entregado en su hogar un sobre de mensajería. En su interior se encontró con una gran sorpresa: se trataba de una cartulina multicolor con motivos festivos y en donde siete de sus nietos que viven en la gran ciudad de México y que tenía largo tiempo de no visitarlos, escribían de su puño y letra un mensaje de felicitación.
Así pues empezó a leer por orden de nacimiento. Desde la nieta mayor, hasta el nieto menor:
“¡Feliz cumpleaños! ¿Qué te parece un año más de vida? ¡Qué emoción! Va ser otro año de aventuras y nuevas experiencias. Te deseo lo mejor y que te la pases increíble. Nunca dejes de sonreír y dar las gracias por todo lo que tenemos, Te quiero mucho. Te mando un abrazo y un beso”
“Abuelito Pepe: ¡Feliz cumpleaños abuelito! Muchísimas felicidades; te deseo mucha salud y ¡te quiero mucho! Un abrazo”.
“¡Abuelito: ¡Feliz cumpleaños! ¡Wow! Que te la pases muy “padre” y te deseo lo mejor para este año: salud, amor, cariño, etc. Todas esas cualidades que ya las tienes, que las refuerces más. Pásatela increíble. ¡A todo dar! Ja, ja,ja. Te quiero muchísimo”.
“¡Qué tal abuelito? ¿Si adivinas quién soy? Te voy a tocar las “mañanitas” con mi violín, cuando vaya para allá a visitarte. Te deseo un feliz cumpleaños”.
“¡Felicidades abuelito! Espero que sigas así. Que te vaya muy bien en tu fiesta. Felices 75. ¿Quién crees que soy?”
“Felicidades, muchas felicidades abuelito”.
Y finalmente, un remate que le dejó con un nudo en la garganta y provocó que una lágrima corriera por su rostro.
“Felicidades abuelito ¿Cuántos años cumpliste? Espero que no te mueras…”
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